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lunes, 27 de septiembre de 2010

Adelgazar besando

Cada beso que se da consume 12 calorías. Quizás sea porque para emplearnos en ello, debemos mover hasta 36 músculos, o bien porque las pulsaciones del corazón aumentan de 60 a 100 latidos cada vez que unos labios se unen a otros, publicó el diario El Mundo.

Jesús de la Gándara es jefe de Psiquiatría del Complejo Asistencial de Burgos, profesor en las universidades de la citada ciudad y de Valladolid y publicó el libro El Planeta de los Besos. El escritor contó que la obra se le ocurrió en una cena con unos amigos, a quienes les explicaba su preocupación porque no existen estudios serios sobre los análisis de los comportamientos sexuales explícitos. A partir de ahí, empezó a recopilar lo que se había publicado sobre el tema, cómo se había registrado en la literatura, historia, cine. Una de las conclusiones a las que llegó es que "casi todos se dan cuenta de que besan poco.

 Según investigadores de la Universidad de Pittsburg (EEUU), existe un gen, al que denominan el gen KISS-1 (o gen del beso) que, junto a otro, inician los cambios hormonales que desencadenan la pubertad. Otro estudio, realizado en la Universidad de Princeton, (EEUU) y publicado en 1997, evidencia que "el cerebro humano está equipado con neuronas que le ayudan a encontrar los labios de su pareja tanto con los ojos cerrados como en espacios sin luz". Al parecer, al juntar nuestra boca con la de otra persona, el sistema límbico, situado en el centro del cerebro, se encarga de transmitir esta información a otras áreas como la corteza o al tronco del encéfalo que regula los mecanismos vegetativos de la respiración, el ritmo cardiaco, la tensión arterial, el tono muscular, la salivación o la secreción hormonal.

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