La persona no puede dormir, intenta en vano conciliar el sueño, pero solo logra un estado de letargo que no permite descanso. El enfermo llega a un estado de agotamiento donde pierde la homeostasis (equilibrio interno), no puede hablar ni caminar, pero su mente es capaz de pensar y darse cuenta de lo que pasa a su alrededor. Después de meses sin dormir, la fase final del insomnio lleva a un coma profundo y sin retorno. El desarrollo de la enfermedad hasta la muerte es de aproximadamente 15 meses (un mínimo de 7 meses, y un máximo de 37).
Esta enfermedad se caracteriza por producir una degeneración del sistema nervioso, a nivel del tálamo, que se manifiesta por insomnio intratable e irreversible, de instauración progresiva, con consecuente alteración severa del ritmo circadiano, estado mental, hipertermia, trastornos vegetativos, sudoración, miosis y trastornos esfinterianos. A lo largo del tiempo se agrava el estado de confusión y las alucinaciones inducidas por la falta de sueño.
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